miércoles, 24 de noviembre de 2010

Dos piedras, y el silencio.

(De pronto me vi, como un perro de nadie ladrando a las puertas del cielo...)
8:25 de la noche. Ya he lanzado la tercera piedra. Esa piedra me recuerda a mi. Mis manos reflejan lo ajeno, lo distante que me tiene entre sus dedos. Me lanza, sin rumbo. La oscuridad hace que me pierda en el trayecto, y caiga entre la marea. Ahora no se hacía donde voy. No puedo darme cuenta si sigo hundido o estoy andando. No puedo ver pues la noche y el agua me han quitado los sentidos. 
Mientras, al otro lado de la vida he escrito nuevamente un nombre en la orilla, y otro en una piedra. Me ha tocado esperar pacientemente aquella ola que borre el nombre en la arena y me he despedido de la que he dejado en la piedra. Ahora son dos vidas y dos piedras, una me mantiene hundido o dianbulando entre la marea, y en otra he tatuado tu nombre. ¿Cuál irás a buscar?

El silencio eres tú, una caja de Pandora.
Una caja de pandora son tus ojos.
Tus ojos son veneno, de los dulces
y dulce es el silencio
cuando reapareces por las noches.
La noche es mi mejor escape,
escapar me ha vuelto viento,
es el viento quien por mi
roza tus mejillas,
cuando en silencio
mis párpados se cierran
para abrirse misteriosamente,
frente a tus ojos, llenos de flores.

Flores son las flores
que acompañan tu belleza.
Belleza es lo tuyo, sumado a lo mío
dividido con lo ajeno y
multiplicado con lo incierto,
incierto es el verano frío,
y fríos son los sueños.

Sueños son tus ojos,
tus ojos son los dos reflejos cuerdos,
y cuerdos nos conocimos,
como dos locos merodeando el universo,
el universo está loco,
y “loco” es nuestro verbo.

Verbo, yo no entiendo,
entenderme es un infierno,
el infierno se congela con tu“te quiero”
y te quiero, es mi remedio.

¿Hay remedio en esta vida en el desierto?
si desiertos son mis dedos,
y mis dedos se atraen a los tuyos,
como olas a la luna,
como esta orilla a mis pasos,
mis pasos son descalzos,
descalzos son mis sueños,
estos sueños se vuelven fríos,
y frío es el viento.
Yo soy el viento que roza tus mejillas,
las que me llevan por las noches,
las noches son escapes,
y mis escapes son silencio,
tú silencio es como un dulce veneno
que no mata, porque sale de tus ojos,
y tus ojos me sacan del desierto.
Mi desierto es una caja de pandora,
y una caja de pandora eres tú amor,
y el amor, aun te espera en el silencio.