martes, 23 de diciembre de 2014

Lechugas y conchas negras


Existen muchos trajes en el armario, uno casi siempre se levanta temprano sin rostro, sin pasos, sin gestos, sin fe. Se acerca al mismo y decide cual o que personalidad le apetece.

Soy de los que guarda ropa antigua por si es que algún día me entra de nuevo en el cuerpo. Uno tiende a desviarse corporalmente con facilidad. Sin embargo ayer, mientras me ponía el mejor traje que usualmente llevo (el que mejor me encaja, el que mejor ha llegado, el que mejor huele y se muestra) pude divisar entre las oscuridades húmedas e infecciosas aquel viejo que dejé de usar, me miraba de reojo pidiendo que le preste atención o decididamente que la de a otro portador. Abrí mi ventana y al primer viento voló, debe ser su libertad, pensé. Gran error.

Algunos trajes tienen tal autonomía que si los pierdes de vista un instante se sublevan y se percuden, se descosen, se desprenden y se prenden a otro incauto sin rostro, sin alma, sin fe, ofertando su textura y su vanidad.

Abrí mi ventana porque creí que este traje merecía algo mejor después de tantas vueltas que le di mientras lo traía encima, y creí que después de tantas grietas, de tanta suciedad y de tanto hilo por debajo de su frontis que escondía sus heridas por el paso de los golpes lo haría querer buscar algo mejor. Gravísimo error.

Este traje volvió en otro cuerpo a querer rasguñar el mío solo por joder, como si ya antes no lo hubiera hecho, como si antes no hubiese disfrazado su interior intentando engañar a mis engaños y desenredar las cosas que enredé. Olvidando que su historial delictivo sobre mi piel hizo que justamente, yo los sienta sobre tal y regresando inmaculado, nobel y purificado inflando el pecho por su valía.  Cruel error, entre lechugas y conchas negras no se pueden medir el grado de frescura desvergonzada.

Voy a proponerte un trato, date vuelta, vive de la piel que ahora cubres, aprovecha el poco tiempo de uso que te puedan dar y no salpiques. Aunque no tengas sentimientos por ser un traje desgastado todavía tienes una oportunidad para vivir, sin mirar atrás, sin buscar revanchas contra quienes te quisieron dar un buen cuidado y no supiste valorarlo. Inicia un nuevo encubrimiento sin engaños, no cambies de etiqueta ni suplantes tus habituales eufemismos. Por este lado de la vida existe alguien que vio en ti después de tantas decepciones una oportunidad para dejarte ir. No vengas a joder solo porque tu ciclo está jodido. Por este lado de la vida pude cambiar el traje negro que cubrías por uno lleno de colores, perfecto, preciso y duradero que estaba colocado solo al lado de tu sitio en el armario (y vaya, nunca me había percatado) y encaja tan bien que a la primera oportunidad de cubrirlo sobre mi piel decidí no querer sacármelo de encima.

Esto no es una competencia, voy a abrir nuevamente la ventana, no voltees a decir que fuiste demasiado para todos, nunca fuiste tan siquiera mucho para ti.

Abro la ventana, y cierro para siempre el armario.

PD. Ten cuidado en tu camino, que si lanzas piedras buscaré al sastre que te trajo y con paciencia y buen humor, te desvestiré del cuerpo que ahora cubres, porque pobrecito, no merece tal encaje.

Con cariño,

✞ Sebastián