Esta no es ni la primera, ni
la segunda, ni la tercera. Ni siquiera se en que número de posición se
encuentra, solo sé que algunas cosas dentro de mi cabeza no están bien y
necesitan recuperarse o morir.
El miedo de volver a caer es
intenso, es intenso mientras caigo, es intenso cuando caigo y cuando me levanto
a ver que todo alrededor ha caído conmigo y no se levanta. Ya no sé si es miedo
al miedo o miedo a abrir los ojos, cada vez el cuarto se hace más oscuro y cada
vez los recuerdos son más claros. El principio de los miedos me dejó marcados
sobre la piel muchos otros incapaces de borrar y si no los puedo borrar habrá
que cortar la piel, quemar la vida o simplemente renunciar. Renunciar porque ya
no se puede.
Empiezo el día observando las
cosas que ya me resultaron negativas, revisando las cosas que ya tienen un
sello contradictorio, espiando los lugares que ninguna relación tienen y
recordando detalles imaginarios que debieron suceder cuando no sucedieron. Así
empiezan las cosas, con un trago, una canción, un recuerdo y mil ideas
disparando desde arriba inutilizando mi confianza. Así son los días de
inseguridad infinita, así son las noches cuando ya no tengo entre mis manos la
cordura.
Y entonces el remolino que
debería acercarme me aleja, porque llega con la dirección que no espero. “tú
caminas hacia la izquierda y yo hacía la derecha”; y entonces me doy cuenta que
es real, que no se pueden seguir los pasos que uno quiere, que mientras intento
darme la seguridad que necesito las otras ideas, recuerdos, detalles y
tonterías que se cruzan me jalan al opuesto ¿Qué necesito ahora? ¿Qué tuve ya y
desperdicié? ¿Hasta cuándo voy a tener sobre mí este fuego que me quema y me
impide avanzar? ¿Por qué demonios te fuiste dejando el peor de los defectos
incrustado hasta en la sangre?
De pronto, decido simplemente
omitir todo, apagar las luces de la oscuridad, echarle agua fría a todo esto
que terminaba de consumirme. Le pongo el pecho a toda la duda, a todo el dolor.
La he jodido por enésima vez en tan poco tiempo y me sobran las excusas y le
sobran los motivos para tener razón. He retrocedido tantos pasos que ahora solo
me queda avanzar. Necesito avanzar.
Salgo a la calle, escribo algo
corto, y cuando me creo recuperado y listo para correr; empiezo el día
observando las cosas que ya me resultaron negativas, revisando las cosas que ya
tienen un sello contradictorio, espiando los lugares que ninguna relación tienen
y recordando detalles imaginarios que debieron suceder cuando no sucedieron.
Así empiezan las cosas, con un trago, una canción, un recuerdo y mil ideas
disparando desde arriba inutilizando mi confianza. Así son los días de
inseguridad infinita, así son las noches cuando ya no tengo entre mis manos la
cordura.
Y entonces,
el remolino que debería acercarme me aleja,
porque llega con la dirección que no espero...
Y entonces,
el remolino que debería acercarme me aleja,
porque llega con la dirección que no espero...