Hay un parque; oscuro, frío. En
sus dos entradas dos personas, caminando hacia atrás. Los coches yendo hacia atrás,
la gente, caminando en círculos, todo, incluso el reloj sigue hacia atrás. Las
hojas vuelven hacia los árboles, la lluvia asciende. Cada vez existen menos
pasos entre las dos primeras personas. Las lágrimas vuelven a los ojos. La irá
decrece, los puños empiezan a abrirse y el corazón desacelera.
Han pasado dos minutos, y
están frente a frente. La punzada en el corazón de ella aún no se siente. Las
palabras de él pidiéndole que se vaya todavía no se piensan. El frío crece con
el retroceder del tiempo al mismo ritmo de la decepción.
Pausa.
El mundo se detiene. Las hojas,
la lluvia, los autos. Su voz. Treinta segundos donde él puede mirarla por
última vez. Con las manos pálidas solo alcanza a acomodarle el cabello sobre sus
orejas, disfruta del aroma de su cuerpo por última vez. Al mismo tiempo, seca
una lágrima que caía por las mejillas de ella. No la quiere alejar una vez más.
Piensa en todas las noches donde le juró ese amor eterno que empieza a
terminar, acomoda las mangas de su abrigo al mismo tiempo que deja caer un
sobre de sus manos. Luego, la toma y crea un puño tan fuerte que espera jamás
poder separarlo. Veinticinco, veintiséis. Ya casi es el momento, las gotas empiezan
caer de a pocos. Veintisiete, veintiocho. Los autos avanzan poco a poco, el
viento los cubre nuevamente con paciencia y frío. Veintinueve, treinta.
-
Te he
visto más noches que días, te he sentido respirar más que sonreír, he
disimulado tan bien todo esto, que me pesa decir que fue falso. Inventé la peor
excusa y alimenté tu esperanza, no fui lo suficientemente capaz de decirte la
verdad, y hoy soy tan cobarde y solo puedo decir que lo siento. Mi intención
nunca fue dejarte sola, pero existe más egoísmo en estas palabras que en el
sentir de mis emociones. ¿recuerdas la vez en la que te pedí que te quedaras?,
me arrepiento. Me arrepiento haberte tomado de la mano y haberte dicho que te
amaba. Me arrepiento haberte dicho más de cien veces al día que estaríamos
juntos por el resto de nuestras vidas. Mentí, mentí porque es hora de irme y no
vendrás conmigo. ¿cuál es el precio por mentir de esta forma? Es algo que
quizás no termine de pagar aun cuando cierre los ojos y respire por última vez.
-
¿Por qué me
haces esto?
-
Porqué lo
necesitas. Porque no puedo seguir a tu lado, porque existe alguien que debe
quererte y cumplir todas esas cosas que yo te prometí, alguien capaz de casarse
contigo al costado del mar, alguien capaz de llenarte de hijos a los que vas a
nombrar como tú o como él. Alguien que pueda cumplir los sueños que promete
mientras te hace el amor.
-
Ese eres
tú.
- No soy yo. Tengo frío, es tarde y estamos lejos de casa. Por favor, despídete y
has que esto no sea largo ni doloroso para ti.
-
¿y para ti
no lo es?
-
No es lo
más doloroso que he sentido. Lo siento.
-
¿quién es?
¿por quién me dejas?
-
La
conoces, la has visto de cerca un par de veces. Sin embargo, no te diré con
exactitud como es. Solo puedo decirte que volverá algún día. Por ahora es el
mejor camino que debo tomar. Ir tras de ella buscando algo nuevo, algo por donde
no quiero que vayas jamás. ¿crees en mí? Entonces por favor, da la vuelta, no
pidas explicaciones, no más detalles. Disimulé todo este tiempo, fingí al decir
que no me marcharía, me estoy yendo y no cambiaré de opinión. Lo siento.
-
Eres un
imbécil, eres lo peor de este mundo, trágate tus disculpas y no vuelvas más.
-
Lo siento.