Es el azar lo que dictamina
muchas cosas en mi vida. Las que normalmente no me atrevo a discernir buscando
respuestas. Si me pongo a pensar demasiado, me confundo. Si lo pienso poco,
quizás lo estropee. ¿Qué hacer?, el azar ayuda. Ayuda cuando no se decidir
entre una polera gris y otra menos gris. Ayuda cuando no sé escoger entre
caminar o ir en bus. Ayuda cuando necesito entender o dormir en alguna clase. Lanzas
una moneda, escoges un papelito escrito, le pides un consejo a la nada y ¡boom!,
resuelto.
He pasado todos estos días
preguntándome si debería resolver esto que siento con SP con el azar o con razonamiento. O simplemente no pensarlo y
dejar que todo encaje en su justo momento y lugar, como una batalla unilateral de
Tetris o tal vez, como un polígono lleno de colores que se encajan después de
algunos movimientos entre sí.
-
Te daré la
primera moneda que salga de mi bolsillo.
-
Cierto, ya
te recuerdo, pero cuando hiciste lo mismo me diste otra moneda.
-
Bueno, hoy
no será así.
-
Gracias.
No fue el azar, ni
razonamiento ni nada que se tuviera que cuantificar. Fue valentía pura y dura. Fue
consumir el temor en cada frase que intentaba ordenar a pesar de los nervios. El
corazón jamás habla, pero por esta vez deje que domine mis ideas dejando de lado
las señales que el cerebro podría disparar. Era entonces, aquel muchacho reconociendo
la sensación de aquel primer amor, era entonces el agua limpia mojando por
primera vez algún jardín, el cielo azul al despertar, el universo moviéndose a
millones de kilómetros en un segundo, ordenando todo, colocando cada cosa en su
posición para que desde el borde más extremo y estelar hasta el ser más
unicelular existente puedan coordinarse en una insólita perfección. Era la
belleza de los mares que esconden vida, el sonido de las olas rebotando en las
orillas, era el final de la plaza iluminada con tu sonrisa. Era la unión de tus
labios y los míos, y mi corazón encontrando su respuesta y respondiendo al
mismo tiempo en forma de taquicardia para que tus manos lo sientan y puedas
conocer el agradecimiento de asumir esta decisión tomada con valentía.
Ahora era yo, recibiendo la
primera moneda que salía del bolsillo más escondido de tu ser. Ahora era el
adolescente encontrando con un poco de fe perdida, el poeta atrapado, el
soldado que huyó esperando servir en otra batalla, la oscuridad de una penumbra
aclarándose al amanecer. Era el silencio que se escucha, la soledad compartida,
la música que se baila, que se entrega.
Dejé de ser el reflejo en los
espejos.
Ahora eras tú, la felicidad
que se completa, el agua cayendo sobre las manos de un sediento, el universo
escondido y encontrado, la magia del sombrero, la luz en el lado oscuro de la
luna, el enjambre de abejas esculpiendo perfección hexagonal, un paraíso de
silencios, dos ojos alumbrando mi camino, ahora eras tú, una conexión positiva,
un don escondido, una mirada que cura, unos ojos encendidos, unas manos sobre
las mías, una salida, un motivo, un horizonte, un silbido armonioso en medio de
todo el ruido. Una flor amarilla en un jardín cubierto de nidos.
Tengo la suerte de un adolescente
Con boletos para el cine
Con sueños por contar
con canciones mensajeras
con vacíos por llenar.
Tengo la soledad de un pirata en altamar
Escondida entre candados y cofres
Debajo del parche falso
Entre cartas sin sobres
En emociones de guerras por ganar
Tengo también,
Escondido el deseo de ir hasta ti
De mostrarte mi mundo
De conocer tu suerte y tu soledad
De brindar en honor de aquel segundo
Donde sin pensarlo, yo te vi
Atrapada entre los bares de la realidad
Me alumbro entonces,
Con estas velas encendidas
El honor de haberte imaginado,
Y no haberme rendido.
Tengo en mis manos el aroma de las tuyas
Tengo sobre mi piel un recuerdo de tu piel
Y sobre mi hombro el espacio de tu mejilla
Tengo caballeros, caballos y patrullas
Cuidándome el corazón en forma de pastilla
que atrapaste con tus ojos, tus labios y tu miel.
Tengo por si hace falta, más palabras por decir
Por crear, por escribir, por retorcer
Tengo páginas que completar y lados opuestos
Por si uno de estos días me decides leer
Y te encuentres galopando con mi huida
Con mis heridas, sus cicatrices y sus restos.
Me sirvo entonces en estas copas vacías
El honor de haberte observado
Y no haberme escondido.
Tengo sobre los ojos
Tatuadas las palabras que me dices
Tengo también,
Un álbum de fotos grabadas en la mente
De ti de perfil,
De ti de frente,
De ti, conmigo.
De las cosas que aún no suceden
De las cosas que todavía no escribo
De mis sueños recurrentes, contigo.
De mi soledad compartida, contigo.
De mis dulces de niño en tus labios
De tus ojos cerrados, mirándome.
De mis manos encajando en tus dedos,
De mis brazos abrazando tu cuerpo,
De mi vida, danzando feliz, con la tuya.
De los besos que aún no te doy bajo la lluvia,
De los viajes que aún no hacemos,
De mi creyendo en la fe
y de ti creyendo en todo esto,
De cada cosa que produces
Cuando te veo,
Cuando estás cerca
Iluminando el silencio.
Me envuelvo pues, del sabor a esperanza
El honor de haberte encontrado
Y de no haberme perdido.