Ocho de la mañana, corriendo como siempre para marcar y subir al último piso. Hora del primer café. En el camino se me había perdido una entrada antigua que había guardado con tanto cariño. Guardar algo por tanto tiempo para perderlo de una manera tonta y no darse si quiera cuenta, debería doler. Pero el dolor es dulce con las tres cucharadas de azúcar que acaban de caer sobre la taza. Igual cantidad de café.
En esta vida siempre se
pierden mucho más cosas de las que se ganan. Uno pierde más tiempo del que gana
consiguiendo algo. Uno pierde la vergüenza para ganar las cosas que nunca
ganamos. Perdemos incluso la noción del tiempo intentando detenerlo. Sin ir muy
lejos, he perdido el respeto por mí mismo intentando que otros me respeten y
eso a la larga ha sido un sacrificio. Es tiempo de perder, más bien, las cosas
que no valen la pena. Empecé por perder una gangrena que atacaba mis sentidos.
Continué perdiendo los miedos y ganando destinos. Perdí el camino seguro y gané
parte de un camino estrecho pero tranquilo. A veces, pienso, las cosas que se pierden
a largo plazo son necesarias para ganancias pequeñas. Solo a
veces, porque en caso de negocios, todo lo demás, no aplica.
Once de la mañana, había que
escoger un nombre para un proyecto. La noche anterior le había escrito a D.
para anunciarle un par de propuestas. Ninguna calificaba. Por la mente ya se me
había ocurrido nombrar a este proceso “Marbú”.
¿Qué significa eso?
Bueno, no lo se, o tal vez sí.
Lo tengo más que claro. Cogí el celular e improvisé un poema extenso que se
repartieron en diez mensajes cortos.
"He soñado ver a mis ojos abrazados a los tuyos, declarándote el amor tan solo con miradas, porque cuando tú me miras el amor se me cuela por los poros de la piel aleteando como mariposas encantadas.
He soñado ver a mis ojos abrazados a los tuyos, parpadeando en clave morse el idioma de tu espalda, porque cuando tú me hablas ambos brazos se me encadenan apresando el país de tu cintura a la frontera de tu falda.
He soñado ver a mis ojos abrazados a los tuyos, explorando el universo entre cascadas, porque cuando tú me abrazas absorbes con un beso el aire de mis pulmones, y yo, medio vivo y medio muerto, libero las sonrisas que me guardas en cada madrugada"
Entonces entendí.
Marbú debe ser algo más que
las iniciales de tu nombre, debe ser algo que se encuentra más allá del cariño,
un paso más lejano al entendimiento y la satisfacción. Es justo esa palabra que
buscas cuando decir te quiero ya no alcanza. Debe ser como la ciudad escondida
en donde puedes burlar todas las leyes sin ir preso o ser sentenciado por algo
que declaras ser incorrectamente correcto. Si habría que fundar una ciudad, le
pondría así. Porque encierra toda la perseverancia y dedicación que se ha
puesto para esto. Si habría que inventar una palabra para el diccionario
encajaría encerrando todos los términos posibles e imposibles para desear,
querer y necesitar algo. Si tendría que ser parte de un poema sería para reemplazar
esas palabras que te toman mucho tiempo encontrar. Marbú debe ser algo más que
cinco letras escritas con tilde, debería ser algo más que un sustantivo
inexplicable. Debería ser algo más que las iniciales de tu nombre o la
descripción exacta de tus ojos que de vez en cuando dicen cosas ambiguas. Marbú debería ser algo así, como el sello
personal de algo que nos mueve, que tiene las cosas precisas y necesarias para poder y no poder contigo. La base de algo que buscábamos y que al final
encontramos.
Debería ser eso, pero por hoy,
es el azúcar de mi café, y es el nombre de un nuevo proyecto.