viernes, 2 de enero de 2015

Quédate

Laura: Una vez te dije que no quería hacer más boludeces ¿no?
Jorge: También me dijiste que no estabas enamorada, pero que eso no importaba, que lo importante era el cariño, el respeto, que el amor te quema.
Laura: Cambié de idea. Ahora quiero algo que por lo menos me chamusque un poco ¿vos no?
Jorge: Yo….¡Qué sé yo! Yo de eso no sé nada.
Laura: ¿Cómo? y ¿los cuentos maravillosos que escribías?
Jorge: Eran una porquería, Laura. Te gustaban solamente a vos. El amor, el heroísmo, la pasión….¿quién me manda a mí escribir sobre cosas que no tengo la menor…? sobre el miedo tendría que escribir yo. Del miedo…cátedra. Por miedo te perdí, por miedo hago un laboro que odio. Le fallé a Mastronardi, a su hijo, a….Perdona, estoy un poquito…no quería. Yo siempre pensé que lo que tocara se iba a convertir en oro. Mirá vos. Todos lo que toco se convierte en mierda.
Laura: Bueno no está mal para empezar.


No te vayas.

No te vayas que aún tengo fuerzas de abrazarte, aún me quedan ciento cincuenta canciones por minuto que enviarte, demasiadas líneas que no he escrito revoloteando por mi almohada esperando que los leas.

No te vayas que aún tengo fuerzas para seguir poniendo un escudo delante de tu puerta, no llores, no lo hagas más, no te acarameles el corazón con más pastillas porque dentro de mis ojos encuentro mejores soluciones. No te vayas por favor.


Tú.
Yo no creía en amores imposibles.
Yo no creía en distancias importantes
Yo no creía en espacios temporales
ni en ruletas del destino
Me mantuve mezquino a cualquier trivialidad
Amaba la compañía de mi soledad
Amaba ver desfilar los recuerdos después de la tormenta
y capturarlos para luego regresar
Hasta que llegaste tú.
y todo cambió, como cambian los semáforos a rojo
como cambian las montañas por diluvios.
como cambian las tormentas por amor.
Y llegaste tú,
Y las llamadas se volvieron viajes espaciales
Y los suspiros eran gases inflamables
Que quemaban al abrazarte en aquel parque
Y llegaste tú,
Y todo cambió, como cambian los recuerdos en los bares
Como cambian las orquídeas para agosto,
Como se cambian los zapatos y el amor.
Y llegaste tú,
Y todo cambió
Hasta el modo de andar
Pediste una pausa
Y todo cambió,
Como cambio de piel,
Como cambio de constelación
Cuando decidas decidir
Abriré los brazos
Y te diré,
Por favor
Q u é d a t e.

Sebastián aplaudió. El tiempo transcurría, había ya secado sus lágrimas. Lo que venía para después era solo una vida llena de recuerdos acompañadas por una canción.


Sharon no volvió, pero él aún la espera.




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