viernes, 21 de agosto de 2015

Sol nocturno

Todavía recuerdo la primera vez en que la vi. Nos dirigimos rápidamente al bar de la plaza San Martín.


Ella se divierte concentrando su mirada para no revelar más el silencio que no puede escupir.
Él se envuelve lentamente entre el espacio que recorre su cintura ancha.
Ella advierte con sus ojos – te quiero besar como si esta fuera una última vez
Él, sorprendido por verla sonreír, disimula para no hacerse notar. Sabe que pronto esa cintura a la cual recorre pronto se marchará. Se marchará porque se lo pedirá. Aún así, él la ha besado.

Ella tiene novio, y lo besa porque corresponde por decencia hacerlo. Llueve, la calle de su casa camino a la avenida es tranquila, nadie la interrumpirá, ni siquiera el pensamiento que la invade.
Él, la besa. La besa porque a pesar de todo le gustan esos besos con sabor a fresa y cigarrillo. La besa porque al cerrar los ojos no puede ver su alma ni sentir el abrazo frío que en realidad lo abraza.

Ella ríe,
Él se aparta.
Ella suelta de la mano un poco más despacio.
Él le dice que la vida que tenían era algo más pequeño que una farsa.
Ella ríe, y a la vez llora, pide perdón aun sabiendo que no es su culpa,
Él se marcha.

Ella cruza la avenida, toma un taxi.
Él se sienta en aquella banca donde por primera vez miraron las estrellas sin el más mínimo respeto por las horas ni la distancia.
Ella llega, su pasado se termina con las monedas que el taxista deja caer sobre su palma.
Él la mira, sonriendo, como cuando sonreía al amarla.
Ella tenía novio.
Él tenía novia, pero no importa.

La vida tanto como el alcohol, de vez en cuando se equivocan.

El amor nunca se muere, solo cambia de lugar.


1 comentario:

charli dijo...

muy interesante ... reconozco esta frase " Ella cruza la avenida, toma un taxi.
Él se sienta en aquella banca donde por primera vez miraron las estrellas sin el más mínimo respeto por las horas ni la distancia."....

saludos centinela