viernes, 9 de octubre de 2015

Pucusana



Caminando hacia atrás, escondes la mano guardando un saludo, retrocedes la vereda, abres la puerta para ingresar. Te duermes observando como el amanecer se va, como la noche se va, como te levantas de la cama perdiendo el sueño, como vives, juegas, ríes, amas. Como de pronto los errores que cometiste y las mentiras que dijiste ya no existen, no existieron, no hay traición, no hay dolor, no hay tiempo en vano ni peleas, ni discusiones, esas lágrimas jamás se derramaron, los golpes y silencios se desvanecieron. Las calles jamás fueron construidas, el cuarto sobre el segundo piso lo ocupan otras personas, los viajes largos no son planificados, el año nuevo aún sigue siendo lejano, los hospitales aún no los conoces ni tienes la menor idea de que somos tan destructivos, tan fallantes, tan intensos. Solo dos desconocidos contemplando la madrugada en la Avenida, saliendo del cine y riendo de las historias que aún no conocemos. Tú me conoces con mis lentes y sin ellos, yo te conozco tu camisa a cuadros y tu dependencia al salbutamol. Eso debió ser suficiente, estamos listos para lo demás.


****-*-****

Ella sube por un lado, yo por el otro.
Me ve a lo lejos.
Me sigue, me busca, me llama.
Amago, y voy, le digo - ¿Qué pasa? -
- Tengo miedo, no me sueltes por favor.
La tomo del brazo y pienso "creo que jamás lo haré".

La mañana estuvo blanca,
La tarde estuvo blanca.
La noche seguía siendo blanca.
Cuándo no me encuentres a tu lado
y tengas miedo de caer, siéntate.
Mira hacía abajo. Estaré ahí, esperándote.
Pero ahora, me sentaré a tu lado.

¿No lo vez? Este espacio, este mar,
esta mañana, esta tarde, esta noche,
estos ojos, estas manos que no saben soltarte,
y toda esta vida que ahora vemos desde aquí
fueron reservadas para ti.

****-*-****








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