viernes, 11 de septiembre de 2015

Centinela de un espejo

Te extraño.



Pero ciertamente aún no sé quién eres, ni se dónde estás. Te extraño porque empiezo a quedarme solo, y la soledad mientras más minúscula es más pesada, mientras más larga es más marcada. Lo sé, hace ya un buen tiempo que no tengo a quien llamar por las noches ni joder por las mañanas, ya no recuerdo inventar ciento diez motivos para decir “pienso en ti”, “en alguien”. Hace tiempo que nadie me pregunta como estoy, ni escucho a nadie llamar para decir que piensa en mí, en lo que hicimos ayer, en lo que haremos mañana. Nadie se harta de responder dos veces que me quiere mientras lo pregunto por tercera vez, esperando escuchar una cuarta, una quinta. Ya nadie recibe mis clases maestras de hacer el ridículo solo para hacer sonreír.

Te extraño, pero tengo la ligera sospecha de que no me extrañarás, de que cruzaste mi camino dos segundos antes de que yo te pueda ver, dos segundos después de que alguien descubra lo increíble que podías encajar con alguien y ahora solo queda contemplar esas cosas que suelen suceder pero que no me van a suceder, y esa bendita sensación de ir por cualquier parque imaginando reventar los globos apuntando con mis dedos, esa ligera intranquilidad de acercarme y decirle a alguien “date cuenta hermano, ella no te quiere más que a su ex”. Extraño ser el pinchaglobos pesimista que nunca fui.

Te extraño tanto que tengo una lista de canciones preparadas para cuando te conozca, para cuando te diga que te quiero, para cuando fuera la primera vez que te haga el amor e incluso para la primera vez que te pida perdón por haberte traicionado. Claro, también tengo una de reserva por si me traicionas tú primero, y por si me doy cuenta o nunca me doy cuenta. Pensándolo bien voy a poner esta lista de portada.  Tú sabes, las estadísticas inhumanas apuntan siempre a superarte, a entenderte, a justificarte y a intentar olvidarte como si no fuese suficiente tan solo despedirte agradeciéndote que me hayas querido tanto o casi como a él.

Extraño tanto tener que buscarte en mis madrugadas, así te encuentres al otro lado del mundo o al otro lado de mi cama, así a propósito me pierda para que me busques y te tenga que dejar flechas dibujadas en la cuadra. Ojalá algún día te des cuenta de todo esto que extraño de ti, de tu voz en mis llamadas, de tus ojos en mi cara, de tus manos en mi espalda, de tus lágrimas mojando los bolsillos de mis camisas, de mis manos agarrándote una de tu cuello y la otra de tu nalga.

Ha pasado tanto tiempo y aún te extraño ver llegar de tu oficina a mi ventana, de tu cocina a mi escalera, de tu trabajo a mi frazada. Toda esta maldita soledad debe ser tan grande como el amor que piensas sentir por mí, o como el arrepentimiento que te embargará por haberme conocido. Extraño que me beses aunque no cierres los ojos al hacerlo.

Sabes, te extraño tanto pero ciertamente aún no sé quién eres, pero si algún día te descubro te daré cinco segundos para huir, y si no te vas, contaré hasta tres tratando de huir yo, y si no me voy, extrañaré tanto esta soledad que seguramente me arrepentiré toda la vida por haberte conocido.


Tengo toda una lista de canciones por si vuelves, pero si no vuelves, le daré vuelta al casete intentando comprender porque te has ido.


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