jueves, 17 de septiembre de 2015

Veintiocho de noviembre


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Yo sé bien que si das un paso al lado de tu cama
no encontrarás más mis zapatos desgastados
ni las medias que los perros a veces llevaban en sus dientes.

Sé bien que si volteas al otro lado de la almohada
vas a ver la profundidad de otros ojos que vivirán por verte
y vas a sentir el aliento que avanzará hacia un beso a tu frente.

Sé también, que al caminar por esas calles
donde todavía quedan marcas de mi sombra
recordarás como se dibujaban en el suelo con la tuya
y buscarás un punto exacto para sentirte diferente.

Vas a tener en cuenta que estuve y ya no estoy,
que mi ciclo se murió junto al amor que me tenías,
que vagabundo, aún perdido te seguía por las calles
y seguramente entre tus más escondidas tardes a solas
me recuerdes,
imaginarás verme volver, aunque ya no lo quieras,
aunque jures no quererme.

Yo sé bien que si ves en otro rostro algunos lentes
y que si por asomo alguna barba camina hacia tu dirección
vas a pensar en las rascaduras sobre tus mejillas,
vas a querer que te miren agrandando los ojos
y arqueando los labios hacia abajo,
frunciendo el orgullo en busca de tu risa,
escapando de tus dedos que cogían mis brazos con dolor,
seguramente querrás acordarte de mí,
y muerto sobre mi escalera voy a mirar al cielo pensando en ti,
correré aunque no sea cierto, hacia tu lado
mientras tu camines cogida de otra mano
me pondré a tu izquierda a manera de estorbo transparente,
voy a pretender en cada paso encajar tu sombra con la mía
y tatuaré en cada nueva calle mi presencia.
Seguramente entre tus más tristes tardes tras tu puerta
y entre tus gemidos más intensos por la noches,
entre los versos que leas a escondidas
por encima de todas mis promesas más pendientes,
de todos mis caminos sin salida
y de todas las caídas de mis mentiras recurrentes,
me recuerdes,
y yo, aunque no lo quiera,
me perpetuaré al lado de tu sombra,
y entre sombras grabaremos el amor que nunca fue,
que buscamos en batallas repetidas
y en infiernos incandescentes.

Y tal vez, yo te sangre en cada herida,
y probablemente, tú,
te me cueles en cada respiración,
tal vez cada que te necesite te recuerde
y cada que te recuerde me escuches en medio de tu sombra,
y cada que te escuche yo te pida “no me dejes”,
dibujarás tus promesas en mi frente,
huirás sabiendo que ya no estoy,
que soy una sombra distorsionada en tu memoria,
que soy el recuerdo de promesas sin cumplir,
el causante de tu depresión más recurrente,
de tus daños más urgentes
y tal vez cuando creas que ya no existo,
que me fundí entre besos de otra mujer,
y que escapé de tu corazón parchado sin permiso
solo si te pienso,
solo si te miro desde el cielo,
tal vez,
nuevamente,
me recuerdes.

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