Existen dos líneas imaginarias
en mi mente. Una por donde no debo cruzar, y otra de donde me muevo como
serpiente.
No es la primera vez que
alguien pide no saber de mí, estoy pensando adoptar la incomodidad como deporte
de aventura. La incomodidad para mí y la mentira para ti, es un buen negocio
ser jodido y ser blasfemo.
Es ahí, el límite de la línea por
donde no me atrevo a cruzar.
Habían pasado ya muchos días
desde que volví, incluso caí en la cuenta de que había regresado hasta hace
cinco años atrás, dónde solo existía un veinteañero con la voluntad de amar a
costa de cualquier cosa. No me vas a leer y eso me ha quedado claro, me dejas
con un recuerdo escrito en el aire como castigo más cercano, y mientras cada
cinco minutos reviso si me escribes, si me lees, si te importo. Cada segundo
aumentan mis sospechas de creerme desinteresado y cada minuto resta las
esperanzas de otro beso. Sé que lo
merezco y sé que lo mereces, todo eso lo escribo en la línea donde me muevo
como serpiente, detrás de todos mis prejuicios, de mi egoísmo. Me miro en el
espejo y solo veo un montón de errores y de heridas que dejé en algún lado de
tu piel, en algún centímetro de mis palabras. Soy hiriente, calculador,
inteligente para sentirme una reverenda mierda. Eso, es difícil de conseguir.
Es ahí, el límite de la línea
donde me muevo a mi manera.
Pero caminemos hacia atrás.
Ahora, estoy a punto de salir, encender un cigarro. El destino será aquella
orilla con arena donde todo empezó. Mirar las olas sin mirar atrás, sin que me
preocupe, la oscuridad me acompaña cada noche al dormir y hoy espero, me
acompañe más allá de las cortinas de mi cuarto.
No he sido bueno, tal vez, me
atrevo, fui el peor. No he respetado ningún acuerdo, no he respetado ni tu orgullo,
ni el mío, al contrario de todo lo que podía suponer, me vendí por dos monedas
a todos los recuerdos reciclados que me empujaron nuevamente hacia tus brazos y
lo disfruté. Lo disfruté porque a espaldas de mi más jodido orgullo, incluso
por encima de todas las mentiras que acomodé como tetris para que no derrames
una sola gota más de rabia o de dolor, por encima de todas esas cosas que me
hacían diferente y despreciable, yo te amé.
Y te amé sin miramientos, sin
especulaciones. Incluso después de abrazar otra cintura y de seguir otros pasos
y de ilusionarme con otra magia, te amé, porque después de cerrar otros ojos y
de amarrar otros zapatos, no existía recuerdo, ni calle, ni sonrisa, ni gesto,
ni besos, ni nada parecido al consuelo de renegar, de buscar, de timbrar y de
joder. Nada lograba sacar de mis ojos ese brillo que sólo tú sabes relucir,
nadie fue capaz si quiera de acercarse un poco a la línea manchada en sangre
donde se esconde sigiloso el límite del amor que yo te tuve, y ciego y algo
ebrio por el camino que me tocó recordar, he terminado por estropear todos los
faroles que me dirigían hacia ti. Lo siento, de verdad.
Es ahí, el límite de la línea
donde cruza mi sinceridad.
Pero, ¿era de la misma manera
desde ti hacia mí? No lo sé, me aseguré hace casi cinco años a construir un
camino adornado por tus ojos, por tu vientre, por tus pechos, por tu sonrisa y
por el privilegio de verte despertar. Era la llave más sagrada y la tenía que
cuidar y ciertamente no la cuidé. Ahora hay otros pasos sobre ti, he perdido.
Me has perdido.
Sigo yendo hacia atrás, no me
atrevo a borrar de mi memoria todas las noches y todos los días que me ha
tocado perdonarte ni quererte, ni amarte ni cuidarte. Nos enseñamos dos mundos
diferentes y aun así sobrevivíamos, no voy a ser capaz y con el perdón de los
próximos labios que me tocará besar y con el respeto del próximo amor que yo
tenga que cuidar, no me voy a atrever a sacarte de mi vida. “Nadie se muere de
amor”, lo dices tantas veces y lo recuerdo, pero a la vez suena dentro de mi
mente una de mis canciones de batalla. “una y otra vez, me he visto caer…” Ya
de nada sirve hacerme el valiente o el miserable. Si existía un corazón con
tiradores para cada lado de nosotros, acaba de romperse. De mi lado por volver a
ser el indeseable de siempre, y de tu lado por no renunciar a algo que dices
irreal pero que tú misma te encargaste de hacer crecer. "Soy un poco paranoico lo siento".
¿y los locos merodeando el
universo? ¿y los poros sobre la piel?, quedan menos de doce horas y cuando al
fin, logres bloquearme, se bloquearán también todas esas promesas que se quedarán
con ganas de ser cumplidas, y le pondrás el sello de “real” a todas las
mentiras que dejamos flotando en el aire desde que llegaste nuevamente.
Y a pesar de ser lo que fui, y
de que eres lo que no quisiste, quiero despedirme como se despiden los cobardes y los que
mueren. Te daré la espalda y verás mi huida, pero aun así, créeme, yo te amé. Perdóname.
Pero me voy, porque dejé de
ser el único.
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STAW
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